Sin
embargo, hasta ahora las crecientes protestas giran entorno a reclamaciones
democráticas, de libertad de expresión y ante determinadas
actuaciones de las autoridades.
Los altercados mas graves contra el gobierno las vimos
en el Tibet en 2008 y 2009, que dejaron centenares
de muertos en las calles. Y la mayor desobediencia civil la ha llevado a cabo
hasta ahora Falung Gong, el grupo religioso prohibido
en 1999 por las autoridades.
Pero también hay
muchas manifestaciones y disturbios menos llamativos porque no salen en los
medios de comunicación debido a la censura del gobierno pero que son protagonizadas
ya por miles de personas. Y cada vez son más.
En 2010 hubo 90.000 protestas sociales en las calles
de China. En los últimos veinte años, coincidiendo con el auge económico chino,
las protestas se habrían multiplicado por 10, según informaba recientemente ElPaís.
Muchas de ellas reclaman Democracia y libertad
de expresión, pero también hay un descontento generalizado desde hace años
por parte de comunidades gravemente afectadas ante el descontrol de la contaminación de las ciudades y
los desastres naturales y humanos que provocan muchas industrias chinas.
Hay también cada vez más manifestaciones en apoyo a intelectuales como Ai WeiWei y numerosas protestas más contra las actuaciones de autoridades locales.
Además, las masivas detenciones y el férreo control de
la seguridad del estado generan un descontento creciente. Y es que sólo
en Hong Kong, Human Rights Watch ha denunciado este pasado
año 3.800 detenciones arbitrarias y 100 denuncias de torturas
producidas en comisarías de policía o centros de detención.
Pero
todos estos asuntos no han hecho bajar el listón al gobierno, que ha
incrementado este año de nuevo su presupuesto para seguridad ciudadana.
Aunque tampoco pueden ya escapar a la preocupación del Partido Comunista, que
en el pasado Congreso anual del Partido ya trató el asunto de la desigualdad
creciente y el descontento social y lo hará de nuevo en el congreso de otoño,
donde podría salir elegido como secretario general uno de los líderes más
reformistas del partido, Wang Yang.
El Partido Comunista Chino sigue
siendo un conglomerado de luchas entre facciones pero sin embargo, siempre
tiene muy en cuenta los cambios sociales y económicos que se van produciendo y
trata de ir adaptándose a ellos, eso sí, siempre sin renunciar al modelo
político chino, que identifican con el partido único.
Por eso el próximo líder del país
podría ser Wang Yang, uno de los hombres más idóneos para calmar los ánimos de
las crecientes protestas y que pudiera quizás llevar a cabo reformas hacia una
mayor libertad de expresión o tener más en cuenta las crecientes desigualdades
sociales.