Han
tenido que pasar 51 años para que Estados Unidos reconozca y trate de reparar
el mayor genocidio con armas químicas de la historia. Durante la guerra de Vietnam,
las tropas norteamericanas fumigaron 2 millones de hectáreas de las selva
vietnamita con 75 millones de litros del mortal agente naranja, provocando millones de muertos y enfermedades
que aún hoy siguen surgiendo en Vietnam a causa de las tierras contaminadas.
El
llamado agente naranja fue
fabricado por conocidas compañías como Dow Chemical, Diamond Shandrock o Monsanto, dentro
de un plan estratégico de guerra química total para alejar de sus posiciones y
refugios a los guerrilleros del Vietcong y
crear la alarma entre la población que les apoyaba.
Sin embargo, el alto mando estadounidense no admitió nunca el poder dañino del gas. “El enemigo creía el mito de que podía ser nocivo para la salud y se mantenía alejado de él” afirmaba en 1968 el Comandante en Jefe de las tropas norteamericanas en el país asiático William Westmoreland, que se defendía así de una investigación iniciada en 1971 por Richard Nixon sobre el gas, que acabó prohibiendo su uso.
Pero las
concentraciones de dioxinas TCDD en el agente naranja era
cincuenta y cinco veces mayores de la habitual en esa composición química.
Diversos estudios científicos del Insituto Nacional de Salud Norteamericano en
1969 fueron demostrando los efectos cancerígenos del agente naranja y fueron surgiendo
así las primeras reclamaciones de soldados norteamericanos, a los
que el Departamento de Veteranos del gobierno tuvo que indemnizar.
Y lejos de ayudar a ganar guerra, lo que sí consiguió el agente naranja fue contaminar dos millones de hectáreas durante décadas, entre ellas tierras de cultivo, y provocar millones de muertes y enfermedades entre campesinos, niños, soldados vietnamitas e incluso los norteamericanos. El mayor genocidio realizado hasta ahora por un arma química.
Hasta cuatro millones de vietnamitas han
denunciado a lo largo de éstos años enfermedades tan graves como cánceres,
diabetes, linfomas y malformaciones congénitas. Diversas ONG cifran aún hoy la
existencia 150.000 malformaciones entre menores vietnamitas
y 800.000 personas afectadas por diversas enfermedades derivadas del arma
química.
Tanto
Monsanto como Dow Chemical, las empresas encargadas de el de fabricar el agente
para el Departamento de Defensa, conocían el nivel devastador de sus efectos.
En un documento interno desclasificado de Dow Chemical en 1965 conseguido por Combat-Monsanto, una iniciativa
dedicada a combatir las prácticas de esta empresa, desvelaba “una junta
secreta de los principales proveedores del Agente Naranja para discutir de los
problemas de toxicología causadas por la presencia de algunas impurezas
altamente tóxicas en las muestras de 2,4,5-T entregadas al ejercito. La reunión
tuvo lugar en el más grande secreto. […] y la cuestión a tratar era se debía informar
al gobierno.
Sin embargo el agente naranja siguió utilizándose cuatro años más. Y es raro no suponer que
el ejercito americano conocía los efectos nocivos del agente, más allá de su
nivel peligrosidad.
Ahora más de
cincuenta años después el gobierno estadounidense gastará 43
míseros millones de dólares en limpiar las áreas más afectadas. “La dioxina en
este suelo es un legado del pasado que compartimos tan dolorosamente” manifestó
este semana el embajador norteamericano en Vietnam. “El proyecto que iniciamos
aquí es símbolo de un futuro esperanzador. Estamos dando los primeros pasos
para enterrar el legado de nuestro pasado”
Mientras, decenas
de ONG en colaboración con el gobierno vietnamita siguen trabajando en 12
centros dedicados a combatir los devastadores efectos de las fumigaciones.
Los
vietnamitas llamaron el “museo del horror de la dioxina” al antiguo hospital de
Ho Ch Min, donde aún hoy se pueden ver fetos “monstruosos” en formol; hermanos
siameses compartiendo una cabeza desproporcionada, un tronco con dos cabezas,
casos de anencefalitis (ausencia de cerebro) y de micro cefalitis (cerebro
pequeño) nos cuenta Combat – Monsanto.
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