Fueron muchos los que creyeron en la anunciada refundación del capitalismo que Nicolás Sarkoz y otros colegas clamaron a los cuatro vientos.
Aquella reunión que cambiaría la historia, fue difundida a los ciudadanos como "la conferencia que abriría una nueva era", una suerte de Paz de Westfalia o Conferencia de Yalta que alteraría el devenir de la historia.
El viejo orden industrial y los abusos del libre mercado sin cortapisas iban a llegar a su fin para alumbrar un nuevo sistema capitalista más social, más libre si cabe, donde se tendría en cuenta a los ciudadanos y se ajustaría las cuentas a los responsables del desastre económico.
Cuatro años después nada ha cambiado ahí arriba, en las altas esferas de las finanzas, los gobiernos y los organismos internacionales.