sábado, 11 de febrero de 2012

Social conflict in South Europe


El conflicto social se recrudece en el sur de Europa

“He perdido amigos, mi familia sufrió, pero nada de eso es comparable con los que sufrirá nuestra gente si no hacemos lo correcto… Pese al enfado que llevamos dentro, debemos perseverar”.
Así se dirigía a la nación griega el primer ministro griego Lukas Papademos el pasado viernes 10 de febrero. 

Mientras tanto, miles de manifestantes, haciendo caso omiso, continuaban en las calles exigiendo al gobierno de concentración nacional que no acepte los planes de rescate de la Troika europea (BCE, Comisión Europea y FMI) y no ceda a las exigencias de Ángela Merkel, que obligarían a un nuevo recorte de 3.300 millones en gasto público, una nueva rebaja del salario mínimo y el despido de 150.000 funcionarios antes del 2015.

También, se vivieron altercados con la policía. Al igual que la pasada noche en España tras la reforma laboral del gobierno, que rebaja las indemnizaciones por despido y permitirá a las empresas ahorrársela si el empleado lleva menos de un año trabajando en una compañía que arrastre tres meses de caída en los ingresos.

La brecha social es patente ya en el sur de Europa. Y como siempre ha salido a relucir cuando el desempleo, la inflación, los recortes y la falta de perspectivas futuras se hacen evidentes. Cuando el empobrecimiento de las clases bajas y medias se hacen visibles.

Premios Nóbel de Economía como Paul Krugman o Joseph Stiglitz y algunos gurús como George Soros o Nuriel Roubini llevan tiempo advirtiendo que los recortes y la sobrevaloración de la necesidad de controlar el déficit que están llevando a cabo las burocracias europeas no hallarán la salida de la crisis.

La austeridad debe ir acompañada de atrevidos planes de estímulo para crear empleo y crecimiento a largo plazo. Si no es así, la pérdida de poder adquisitivo resentirá el consumo y la fractura social alcanzará niveles poco predecibles.

Ésta misma semana, los trabajadores del hospital griego de la ciudad de Kilkis, aprobaban un manifiesto en el que se declaraba el hospital bajo completo control obrero antela incapacidad del gobierno de dotarlo de los medios necesarios. Ayer, la Federación de Policías griegos amenazaba con “detener a miembros del FMI y la UE en suelo griego que hayan exigido más medidas de austeridad” Y los manifestantes clamaban la salida de Grecia del Euro.

La sensación de abandono y distanciamiento con la clase política roza sus mínimos históricos desde el nacimiento de las democracias liberales.

La mayoría de los indignados globales, no tratan de cuestionar un sistema económico que tiene sus lógicas y sus matemáticas, sino de recordar, que hay más de una forma posible de implementar reformas, tal y como argumentan los expertos citados.  Advierten de que estamos cayendo en ese fin de la historia en el que el único camino es una gobernanza global de multinacionales intocables, gobiernos maniatados y políticas de austeridad.

En una sociedad en la que estamos más informados que nunca, se está tratando a las sociedades como meras masas semianalfabetas que no conocen las lógicas de la economía. Pero es por eso mismo, por lo que miles de organizaciones, profesionales, académicos, políticos y ciudadanos a pie se movilizan.

Por una parte lo hacen para tratar de demostrar que la democracia, debe seguir vigente y que si hay que aprobar un nuevo plan de rescate, se debe consultar a los votantes tras explicarles sus pros y sus contras.

Por otra, para tensar la cuerda y recordar que no habrá impunidad de decisiones desde arriba. Que las malas políticas y la corrupción serán vigiladas y que nadie esta dispuesto a perder nivel de vida sino lo hacemos todos a la vez.

Se ha dicho frecuentemente que vivíamos en un mundo hobbesiano, donde el lobo es un lobo para el hombre y en el que hay un pacto social donde el pueblo entrega su soberanía a cambio de seguridad. Hobbes, decía que si el estado no aportaba medios para la supervivencia o la seguridad del pueblo, éste, tenía derecho a rebelarse por incumplimiento del pacto. Parece que las “masas” no están siendo en este caso nada idiotas y han comprendido perfectamente sus posibilidades.